Cercanías...
Soñé con un andén, tan lejano en el tiempo como tus besos de mis labios… y nada me supo a suficiente.
Entre la bruma aparece el tren de tus cercanías, y todo mi alrededor deja de ser ausencia entre vapor inventado por la somnolencia. Viajeros que suben y bajan, reencuentros y despedidas en el intervalo de dos minutos de reloj. Un rostro me mira desde el otro lado de la ventanilla con tus ojos encendidos, pero no es tu voz la que me está diciendo adiós. Y los míos te responden… "Quédate, aún no es la hora de partir, baja conmigo, siempre queda tiempo para el amor y un café. Nos debemos tantas cosas, amigo mío…"
Pero cambian las tornas, y desde tu mirada veo cómo mi sonrisa azul se quiebra en mil al comprobar cómo la locomotora tira de tus huesos para llevarte lejos. Una vez más tus silencios te disculpan de dejarte arrastrar por la corriente, porque no es tu culpa, tal vez sea mía porque llegué temprano a esperarte.
Y por tu mejilla resbala la lágrima que nunca supiste llorar, y en ella, condensada, toda mi ausencia y mis ganas, todos los sueños que pude soñar. Regreso a mi banco de madera para tomar asiento junto a mi soledad, volviendo a refugiarme en tu credo, en el calor de las caricias que dejé escapar.
Y esa nada.., esa nada me supo a suficiente.
© Lunazul
© Lunazul
2 comentarios:
Ey!!!, volvio Lunita, a la que echaba de menos... Empecé la mañana leyéndote y no fue buena idea... creo, o quizá sí.. Ya no sé que es mejor, si despertar o seguir dormida...
María.
Va a ser que fue mala idea.. Este relato tiene ya su tiempo, y es bastante triste como para desayunártelo (así, sin mermelada ni nada, jo..)
Hoy no dejo nada, no ha sido un buen día; al menos nada propio.. porque se me está ocurriendo algo ;)
Un abrazo, nena.
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